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RECORRIÉNDOTE Y OTROS POEMAS ERÓTICOS (Gioconda Belli)






Recorriéndote

Quiero morder tu carne,
salada y fuerte,
empezar por tus brazos hermosos
como ramas de ceibo,
seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme allí un rato largo
enredando mis manos
en ese bosquecito de arbustos que te crece
suave y negro bajo mi piel desnuda
seguir después hacia tu ombligo
hacia ese centro donde te empieza el cosquilleo,

irte besando, mordiendo,
hasta llegar allí
a ese lugarcito
-apretado y secreto-
que se alegra ante mi presencia
que se adelanta a recibirme
y viene a mí
en toda su dureza de macho enardecido.
Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta
con las que vienes a mí
con las que me sostienes,
las que enredas en la noche entre las mías
blandas y femeninas.
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen aun que recorrer sin mí
y volver a escalarte
hasta apretar tu boca con la mía,
hasta llenarme toda de tu saliva y tu aliento
hasta que entres en mí
con la fuerza de la marea
y me invadas con tu ir y venir
de mar furioso
y quedemos los dos tendidos y sudados
en la arena de las sábanas.



Nos casaremos en invierno

Nos casaremos ahora que llueve a carcajadas.
Vos y yo y la tierra celebraremos juntos
el verdor de los cuerpos,
el sexo de las flores,
el polen de la risa
y todas las estrellas
que vienen confundidas
en la gota de lluvia.
Pondremos inviernos en el amor
para verlo crecer
al ritmo de las plantas.
Uniremos las nubes
para formar el trueno,
uniremos la tierra con el agua.
Nos casaremos con el cielo cerrado,
cuando suenen los techos
como ametralladoras
y el canto de las ranas
suba desde el jardín
junto con un cortejo de hormigas voladoras.
Nos casaremos sin sombrillas, amor,
con la cabeza descubierta,
en un patio mojado,
oloroso de tierra,
sin otra sed más que la del uno por el otro,
con la ropa empapada,
juntando nuestros quehaceres
para que se venga el temporal
que lo va a lavar todo,
como la lluvia, amor, de cuando nos casemos.





Te duermes

Te duermes a mi lado.
Caes silenciosamente en ese mundo
donde yo puedo ser alguna remota conocida,
una compañera de banca de parque o la amante
que acabas de dejar para evadirte a esa región donde, mutuamente, nos privamos de la palabra.
 
Me conmueve verte dormido, hundido en las sabanas
con el abandono del sueño, enigmáticamente
encerrado en tu cuerpo.

También yo me dormiré y entonces quizás te despiertes
y pienses esto que yo estoy pensando, tal vez
me imaginarás enredada en algún árbol enmarañado
de los que sabes que me encantan y me quieras alcanzar tocándome, sacándome del mutismo de estación
de radio apagada, volviéndome a traer hacia tu lado,
hacia el amor que nos dio el sueño.





REGLAS DEL JUEGO

PARA LOS HOMBRES QUE QUIERAN AMAR A MUJERES MUJERES



I

El hombre que me ame
deberá saber descorrer las cortinas de la piel,
encontrar la profundidad de mis ojos
y conocer lo que anida en mí,
la golondrina transparente de la ternura.



II

El hombre que me ame
no querrá poseerme como una mercancía,
ni exhibirme como un trofeo de caza,
sabrá estar a mi lado
con el mismo amor
conque yo estaré al lado suyo.



III

El amor del hombre que me ame
será fuerte como los árboles de ceibo,
protector y seguro como ellos,
limpio como una mañana de diciembre.



IV
 
El hombre que me ame
no dudará de mi sonrisa
ni temerá la abundancia de mi pelo,
respetará la tristeza, el silencio
y con caricias tocará mi vientre como guitarra
para que brote música y alegría
desde el fondo de mi cuerpo.



V
 
El hombre que me ame
podrá encontrar en mí
la hamaca donde descansar
el pesado fardo de sus preocupaciones,
la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,
el lago donde flotar
sin miedo de que el ancla del compromiso
le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.



VI

El hombre que me ame
hará poesía con su vida,
construyendo cada día
con la mirada puesta en el futuro.



VII

Por sobre todas las cosas,
el hombre que me ame
deberá amar al pueblo
no como una abstracta palabra
sacada de la manga,
sino como algo real, concreto,
ante quien rendir homenaje con acciones
y dar la vida si es necesario.



VIII

El hombre que me ame
reconocerá mi rostro en la trinchera
rodilla en tierra me amará
mientras los dos disparamos juntos
contra el enemigo.



IX

El amor de mi hombre
no conocerá el miedo a la entrega,
ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento
en una plaza llena de multitudes.
Podrá gritar -te quiero-
o hacer rótulos en lo alto de los edificios
proclamando su derecho a sentir
el más hermoso y humano de los sentimientos.




X

El amor de mi hombre
no le huirá a las cocinas,
ni a los pañales del hijo,
será como un viento fresco
llevándose entre nubes de sueño y de pasado,
las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron separados
como seres de distinta estatura.



XI

El amor de mi hombre
no querrá rotularme y etiquetarme,
me dará aire, espacio,
alimento para crecer y ser mejor,
como una Revolución
que hace de cada día
el comienzo de una nueva victoria



De la mujer al hombre

Dios te hizo hombre para mí.
Te admiro desde lo más profundo
de mi subconsciente
con una admiración extraña y desbordada
que tiene un dobladillo de ternura.
Tus problemas, tus cosas
me intrigan, me interesan
y te observo
mientras discurres y discutes
hablando del mundo
y dándole geografía de palabras
Mi mente esta covada para recibirte,
para pensar tus ideas
y darte a pensar las mías;
te siento, mi compañero, hermoso
juntos somos completos
y nos miramos con orgullo
conociendo nuestras diferencias
sabiéndonos mujer y hombre
y apreciando la disimilitud
de nuestros cuerpos.
 



Pequeñas lecciones de erotismo



I

Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
no es tarea fácil -si placentera-
No creas hacerlo en un día o noche
de sábanas explayadas.
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas



II

El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado.
Encuentras un astro y quizá deberás empezar
a corregir el rumbo cuando nube huracán
o aullido profundo
te pongan estremecimientos.
Cuenco de la mano que no sospechaste
 

III

Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos
cúmulos nimbus de los pulmones
niebla en el cerebro
temblor de las piernas
maremoto adormecido de los besos
 

IV

Instálate en el humus sin miedo
al desgaste sin prisa
No quieras alcanzar la cima
Retrasa la puerta del paraíso
Acuna tu ángel caído
revuélvele la espesa cabellera
con la espada de fuego usurpada
Muerde la manzana


V

Huele
Duele
Intercambia miradas saliva impregnante
Da vueltas imprime sollozos piel que se escurre
Pie hallazgo al final de la pierna
Persíguelo busca secreto del paso forma del talón
Arco del andar bahías formando arqueado caminar
Gústalos
 

VI

Escucha caracola del oído
como gime la humedad
Lóbulo que se acerca al labio sonido de la respiración
Poros que se alzan formando diminutas montañas
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto
Suave puente nuca desciende al mar pecho
Marea del corazón susúrrale
Encuentra la gruta del agua
 

VII

Traspasa la tierra del fuego la buena esperanza
Navega loco en la juntura de los océanos
Cruza las algas ármate de corales ulula gime
Emerge con la rama de olivo
Llora socavando ternuras ocultas
Desnuda miradas de asombro
Despeña el sextante desde lo alto de la pestaña
Arquea las cejas abre ventanas de la nariz




VIII

Aspira suspira
Muérete un poco
Dulce lentamente muérete
Agoniza contra la pupila extiende el goce
Dobla el mástil hincha las velas
Navega dobla hacia Venus
estrella de la mañana
-el mar como un vasto cristal azogado-
Duérmete náufrago.






Huellas



Pronto me marcharé a selvas de humo y concreto
andaré calles de ciudades hostiles
mi nombre sonará a otro nombre
mi rostro parecerá otro rostro
Por eso aquí, esta tarde
así quiero quedarme
viendo desde lo alto mi rebaño de volcanes azules
dejando que el paisaje se me crezca por dentro
que el lago se me instale en los pulmones
que las nubes se expandan en mi sangre
que me nazcan volcanes en mis ojos
que esta visión de mito y epopeya
alimente los ríos interiores
con los que me sostendré
cuando abra la distancia su profunda tierra.



El siroco

Ábrete Sésamo
Ábrete la blusa Salomé.
Este viento cálido
evoca tiendas de beduinos en el desierto
danzas de vientre
senos altos y filosos
como cuchillos
en la mirada de los hombres.
Desde el desierto del Mojave
se deja venir el Siroco
migrando hacia el mar en la tarde.
Ya no hay donde esconderse
Del aire que lame los dientes
y levanta un alarido de papeles
—gaviotas efímeras que se desploman
sobre la madera del piso—
No basta que el día haga mutis por el centro
del atardecer.
Hasta la lámpara del escritorio refulge agresiva
Mientras entierra los dientes blancos en mi rodilla.
De nada sirve el largo baño
el cabello chorreado
el leve traje.
El desierto ha ocupado mis fosas nasales
y en el esternón me crecen dunas y cactos.
 Gioconda Belli






5 comentarios:

  1. Me encantaron tus poemas.Llevo horas buscando poesìa eròtica de nivel y encuentro la tuya ya casi cuando me daba por vencida.
    Te felicito

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  2. Excelente, erótica y buena calidad de letras. Saludos!

    ResponderEliminar
  3. Waaw,,,, de finita mente excelente me encantaron

    ResponderEliminar
  4. Es un deleite, leer ésta poesía.Felicidades por el aporte.

    ResponderEliminar
  5. Muy hermosos poemas

    "Felicidades"

    más q excelentes
    nada mas bello
    q los poemas eróticos y sensuales,
    me encantan,
    solo faltaría una cosita
    agregarle algunas imágenes
    referentes a cada poema
    pero todo esta hermosísimo. (Y).

    #Gracias_por_compartirlas. <3<3

    #Juany

    ResponderEliminar

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